Frente a la antinomia del título, es fácil elegir un bando; nadie en su sano juicio dirá que está a favor de la corrupción (aunque la practique, y suelen ser justamente sus más grandes cultores quienes más despotrican contra ella).
Ahora bien: ¿con qué armas contamos en nuestra organización para prevenirla y combatirla? Es que se trata de uno de los factores que más entorpecen el crecimiento y la buena imagen de las empresas, consume recursos materiales, estropea la credibilidad de sus dirigentes y puede generar que hasta una gran corporación se derrumbe. De ahí la importancia de luchar contra la corrupción y (mejor aún) evitar que se genere.
Buena practicas
Hay una serie de recomendaciones cuya aplicación, aunque no garantice el éxito total en la lucha contra la corrupción porque nada puede hacerlo, ayudan a disminuir el riesgo de su aparición, y deben ser tomadas en cuenta desde el nacimiento mismo de la organización. Y muy especialmente desde su inicio, para que se transformen en referencias de conducta.
- Los exámenes de confianza, que pueden hacerse hoy con muy eficientes herramientas digitales, tienen que ser una costumbre desde el inicio de la actividad económica, aplicables tanto a los aspirantes a ingresar como también, de manera periódica, a quienes ya son nuestros colaboradores, a fin de detectar disconformidades e irregularidades que pueden derivar en delitos.
- Examen de antecedentes penales y crediticios, para los ingresantes, y cotejar periódicamente el desempeño en esos campos de quienes ya están trabajando con nosotros.
- Establecer normas estrictas sobre las formas de pago y los montos máximos aplicables al manejo de dinero en efectivo, tendiendo siempre a que su uso sea nulo, sobre todo porque se han multiplicado las formas posibles de cobros y pagos electrónicos.
- Recurrir con frecuencia a auditores externos materia financiera y legal, para tener miradas externas, sin compromisos afectivos o de compañerismo que puedan implicar ocultamiento de hechos dolosos o pasibles de serlo.
- Líneas de denuncia empresaria: son muy útiles para detectar conductas reprochables y delitos que hagan peligrar la salud empresarial. Ayudan a cimentar una buena reputación externa, y (si hay una línea interna para denuncias anónimas) será una herramienta de enorme importancia para detectar irregularidades, siempre garantizando la seguridad y confidencialidad de quien denuncia.
Pero eso no es todo
No solo debemos entender por “corrupción” la apropiación indebida de dinero, sino también la de información sensible, el uso para fines particulares de los bienes de la empresa y las manifestaciones de rechazo a sectores vulnerables de la población, por motivos de preferencias sexuales, género, origen racial, religión color de piel, etc. Algunos individuos pueden incurrir en dichos o hechos que denigren a otros, y esto no puede dejarse pasar porque directa o indirectamente puede afectar la imagen de la empresa.
Estamos en épocas de altísima sensibilidad respecto a temas de inclusión, no discriminación, y en medio de un rotundo cambio de paradigmas sobre cuestiones sociales que antes parecían talladas en mármol para ser inmutables hasta el fin de los tiempos, pero hoy se diluyen y cambian sin cesar. Eso obliga a redoblar la atención para que los errores de apreciación de los miembros de la empresa (sobre todo de sus directivos) no impliquen a toda la organización.
Aquí se imponen acciones conjuntas entre los departamentos de Marketing, legales y RR.PP para instruir sobre una política uniforme, que no admita fisuras, de modo que el buen nombre y honor de una organización no se vea afectado por las opiniones enrevesadas y poco criteriosas.
Como se verá, el trabajo a realizar es mucho y constante. Pero inevitable, porque no solo del éxito económico depende la supervivencia de una empresa; también depende de su ética y de su triunfo sobre la corrupción, potencial o en acto.
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