Por ser una parte esencial de las sociedades contemporáneas, lo que sucede en las empresas repercute más allá del lugar que ocupan. Toda la comunidad en que está inserta (y a veces no solo ella) sufre o se beneficia con el proceder de las compañías en sus negocios.
Por eso hay que implantar principios éticos y morales que guíen el comportamiento de los trabajadores, y lograr que los valores propios del líder se encuentren alineados con los de la empresa. Una compañía podría alcanzar las metas económicas más impresionantes, pero si descuida el aspecto ético, el costo social puede ser tremendo: La compatibilidad de valores es tan importante como la experiencia y el conocimiento que los aspirantes a las posiciones de liderazgo tengan.
Todo es cuestión de confianza
Si por sus actos reprochables un individuo pierde la confianza de sus colegas y personas relacionadas, es muy difícil que la recupere. Pues entre las empresas y la sociedad ocurre lo mismo. Sin duda, aplicar normas éticas muy rigurosas y controlar absolutamente todo para que nada se salga de su cauce tiene un costo considerable para las compañías. Pero los beneficios siempre son mayores, a mediano y largo plazo, porque se crea un vínculo moral entre ambos que luego (bien consolidado en el tiempo) deriva indefectiblemente en más y mejores ingresos.
Y son los líderes empresariales, a través de sus decisiones y actos, los que conducen los negocios de modo que no perjudiquen a las personas, al medio ambiente o a otros participantes de la industria. Por lo tanto, el comportamiento apegado a la ética de las empresas es un seguro de desarrollo y sostenibilidad en el tiempo.
Probar, siempre probar
De los muchos tipos de pruebas posibles para verificar la idoneidad moral de un candidato (sobre todo si es candidato a líder, sea de toda la empresa o de alguno de sus sectores) las pruebas psicométricas se cuentan entre las más recomendables. Con ellas, el reclutador mide las cualidades o aspectos psicológicos del individuo y permite conocer su estado emocional e intelectual.
Teniendo esa información, la empresa puede elegir a los candidatos más aptos para ocupar cargos y vacantes en la compañía, siempre con un ojo puesto en aumentar la eficiencia y el otro en respetar y hacer respetar las normas de conducta.
Por mostrar diferentes competencias, habilidades, actitudes y valores, las pruebas psicométricas permiten determinar patrones de conducta del candidato, lo que exhibe su potencial. Estas pruebas se recomiendan especialmente para conocer la capacidad de liderazgo, la habilidad para trabajar en equipo, las motivaciones personales y profesionales, y su grado de estabilidad emocional.
Y también para medir:
§ La comprensión verbal, mecánica y de instrucciones escritas.
§ La calidad del razonamiento verbal, numérico, mecánico y lógico o abstracto.
§ La capacidad de resolución de problemas, de análisis y de creatividad.
§ Las habilidades de comerciar y administrar.
§ La memoria y la coordinación espacial.
Una característica muy destacable de estas comprobaciones es que no son un “examen”, que se aprueba o no; por lo tanto, no hay respuestas incorrectas. Son herramientas que se aplican y se ajustan según el cargo a cubrir. Se trata de predecir una conducta a mediano y largo plazo (en la medida de lo posible) evaluando la capacidad cognitiva de cada individuo y su reacción ante ciertos estímulos. Hablamos, claro, de una reacción que muestre tanto sus capacidades técnicas como su calidad moral.
Nadie está exento de sentirse tentado a cometer actos ilícitos, pero lo importante es conocer si tiene la capacidad de corregir esa clase de pensamientos antes de ponerlos en práctica, y si es consciente de ello.